El cine es
una de mis pasiones.
Esa es una
afirmación bastante lugar común, pero qué le vamos a hacer, lo es.
Lo he
disfrutado y seguido como espectadora desde que era una muy joven estudiante de
diseño en Paris y descubrí el circuito de pequeñas salas de cine – algo nuevo
para mí que venía de pasar mi infancia y adolescencia en el DF donde los
grandes “teatros de cine” eran la regla – y empecé a asistir a ellas lo más
frecuentemente que el tiempo y el bolsillo me lo permitían, generalmente
sola. Así me familiaricé con el
nuevo cine que se estaba haciendo en Francia y en general en Europa durante los
70 y 80, supongo que el
equivalente del “cine independiente” de ahora: brillante, irreverente, íntimo,
sorprendente visualmente, memorable.
Creo que desde entonces no me he despegado de ese lenguaje y por
temporadas me he acercado a él casi obsesivamente.
En años
recientes, además de seguir siendo asistente constante a las salas de cine, he
buscado la forma de conocer sus procesos e incorporarlo a mis sueños y
proyectos….. aunque sea sólo así.
Sueños y proyectos la mayoría de las veces, algunas otras sí con un
resultado tangible, visible. Mi
cercanía afortunada con el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, con
escuelas de cine y especialmente con amigos míos, profesionales de ese mundo,
me lo ha permitido… cercanía muy afortunada de verdad.
Todo esto
para platicarles acerca de una de mis aventuras más recientes: el encargo que
me hizo Rafa Lara, director de “5 de Mayo: La Batalla”, para escribir – e
interpretar a cámara – una canción que aparecería en uno de los momentos más emotivos de la película, la noche
previa al día en que el ejercito mexicano lidereado por Ignacio Zaragoza se
enfrentó al ejercito más poderoso del mundo, el de Napoleón.
Recuerdo
aquella primera reunión con Rafa el año pasado, en la que me platicó de esa
gran producción que estaba en gestación, la más compleja, costosa y ambiciosa
del cine mexicano hasta ahora. Una
película de guerra en la cual se mostraría toda la crudeza de ésta y para la
cual yo debía hacer una canción íntima, cercana, oscura y con un rayo de
esperanza…. y que además “sonara a Jaramar” – esto último por supuesto me
tranquilizó (y halagó), porque Rafa dejó claro que me estaba invitando porque
lo que quería era una canción que fuera realmente mía . Además, la propuesta era que yo
apareciera cantándola…. siempre y cuando pasara antes por una prueba de cámara,
por supuesto!! Todo esto fue una
propuesta sorprendente, inesperada y muy emocionante. Muy poco tiempo después ya teníamos lista la maqueta para su
revisión y aprobación: “Flor de mis labios”, una canción sencilla, dentro de mi
lenguaje musical y lírico reciente, guitarra y voz.
Lo que ha
seguido desde entonces ha sido cada vez más emocionante y sorprendente: la
filmación en una hacienda poblana, la impresionante producción, el cuidado
minucioso por los detalles del arte, vestuario, maquillaje, ambientación de la
película… y darme (darnos, mi equipo y yo) cuenta de las dimensiones de la
película en la que estábamos involucrados.
Estamos ya a
unos muy pocos meses de su estreno simultáneo en México y Estados Unidos y
justamente acabamos de encerrarnos en estos días pasados en Zona de
Intolerancia, el estudio de grabación de Gerry Rosado, mi productor de
cabecera, en la chilanga Colonia Condesa, a trabajar en el audio definitivo.
“Flor de mis labios”, saldrá muy pronto de nuestro mundito privado para –
esperamos – estar en el de todos.
Quienes participamos en mi pequeña parte de esta gran producción estamos
emocionados y expectantes de lo que sigue. Además de Gerry Rosado y yo, nosotros somos: Juan Castañón,
guitarrista de mi banda, quien como ya verán se ve muy lucidor en la escena;
Helena Sánchez, mi manager; Paulina Márquez, la supervisora musical de la
película; Patricia Carrera, cabeza de Control Freaks, mi oficina de licencias y
derechos de autor. Ha sido
realmente un placer y un privilegio trabajar con el enoooorme equipo de “5 de
Mayo: La Batalla”, un equipo humano que para mi sorpresa cuenta entre sus
figuras más relevantes con un número muy importante de profesionales tapatíos
del mundo del cine, empezando por su director!! (Como seguramente ustedes saben
bien, aunque soy chilanga y seguiré muy arraigada a mi tierra natal, la sede
oficial de mi proyecto es y ha sido desde el inicio, Guadalajara).
Este relato
es el primero de varios, porque seguramente habrá mucho de qué seguir
platicando sobre el asunto en este espacio. Por ahora sólo digo que espero que mi música siga teniendo
la oportunidad de ser parte del universo multi-sensorial que es el cine, ese
universo a través del cual la música viaja y permanece en el universo privado e
íntimo de los espectadores – lo sé muy bien por experiencia propia.