Aquí compartiéndoles algo de mis FIESTAS PRIVADAS:
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Llegó una mañana,
tocó el timbre y entró.
Desnudó mi cuarto
de un vistazo,
cambió las almohadas
de lugar.
Llegó una mañana,
yo no lo esperaba;
entró sin preguntar,
ni responder
a mi mirada.
La lluvia escurría
desde su sombrero.
Reímos juntos
del detalle
de los pájaros
y los gatos
frente al televisor.
Luego dormimos
hasta la tarde,
cuando el granizo
nos tocó la piel.