Grabar un disco ha sido para mí, desde la primera vez, de esos acontecimientos que cambian el color de lo que vendrá después. Hablo por supuesto de los proyectos personales, de esos que son cercanos a mi corazón, por los que estoy más que dispuesta a correr riesgos y abrir nuevas puertas y ventanas. Estos días me estoy preparando nuevamente para entrar al estudio a grabar un disco.
El estudio
será Zona de Intolerancia, ese espacio ya bien conocido en el que han tomado
forma final todas mis producciones desde el 2008, el año de Diluvio, en esa
casa de la calle de Tula en la defeña colonia Condesa, centro neurálgico de Intolerancia,
el sello que ha cobijado todas mis producciones desde entonces. Y sucederá nuevamente de la mano de
Gerry Rosado, mi querido productor, cómplice y amigo, quien cada vez que hemos construido juntos un nuevo proyecto discográfico me ha alentado a ser mejor de
lo que yo pensaba que era capaz, a llegar a un espacio en el que no había
estado antes.
Hasta ahora,
cada vez que he llegado a ese estudio ha sido con una alineación y un sonido
diferentes. Esta vez toca el turno
al proyecto minimal que Eliud Ernandes (contrabajo), Alejandro Alfaro (guitarra
eléctrica) y yo (voz) hemos bautizado como CAÍDA LIBRE y nuestra misión será traer
al estudio la energía, la intimidad y la conversación musical intensa que se
dan cada vez que nos paramos en el escenario. El reto será pues buscar un sonido cercano e intensamente
emotivo, para lo cual grabaremos los tres juntos tratando de que cada toma nos
permita descubrir una nueva versión de las canciones, para al final escoger aquellas que mejor representan la esencia de Caída Libre.
Caída Libre
nació primero de una necesidad personal mía de cantar un repertorio que conocía
desde niña, que me gusta muchísimo pero que también respeto muchísimo.... y que
considero una fantástica escuela: los standards de jazz. Me tomó tiempo atreverme a subir al
escenario para cantar temas clásicos de los cuales existen grandes versiones por
enormes artistas. Cuando finalmente
me atreví, tuve la suerte de encontrar a los dos cómplices ideales para la aventura, dos solamente, porque
desde un inicio la idea fue hacer de esta una aventura con un mínimo de
participantes para magnificar la posibilidad de conversar. Y también de estar expuestos, sin una base
rítmica sosteniéndonos, con la libertad de manejar la música como plastilina,
estirándola, manipulándola, haciéndola sutil y leve, o poderosa. Con sólo tres
colores: voz, guitarra y contrabajo.
Y claro que estamos
muy emocionados, contentos y nerviosos, pero listos para entrar este martes 22
de julio al estudio de la calle de Tula y sumergirnos en ese proceso
transformador que es grabar un disco.
Transformador y abrumador, porque personalmente, el reto de cantar buscando nuevos
caminos para mi voz es siempre arduo: tratar de que mi voz sea nueva, pero la
misma en esencia, y al mismo tiempo real, honesta, que hable diciendo cosas
verdaderas. Nunca de más, nunca de menos; arduo, pero necesario.
Y como decía, emocionante y abrumador.
Y como decía, emocionante y abrumador.
Sobre todo,
necesario.
Finalmente le llegó
el momento a CAÍDA LIBRE, pronto podrán llevarnos a su casa para escucharnos
todas las veces que quieran, pronto también nuevos oídos nos descubrirán.
¿Están
listos?