lunes, 9 de marzo de 2015

Del nacimiento de un sueño: Jaramar / Cuarteto Latinoamericano, canciones sefardíes / Parte 1


Hay música, canciones, que por una razón misteriosa nos pertenecen. Canciones que de alguna manera forman parte de nuestra piel, de nuestra memoria, de nuestra naturaleza.  Eso es lo que yo sentí con los cantos sefardíes desde el primer encuentro. Sentí que, independientemente de su origen histórica y geográficamente lejano, yo tenía un vínculo natural con esas bellas y exóticas canciones. Mi voz y mis emociones se conectaban con estos cantos que habían viajado a través de los siglos y de muchas bocas antes de llegar a mí.

A partir del momento en que las canté por primera vez, hace ya – ufff… - muchos años, estas canciones han transitado por mis repertorios mis discos, mis conciertos. Su presencia ha cambiado de color y de sonido dependiendo del momento de mi vida que reflejaban.  A lo largo de los años las he compartido con colaboradores y alineaciones de músicos muy diversas y estas canciones bellas, vivas, maleables, que conozco tan bien, siempre han permitido que me las apropie para que me acompañen en un nuevo viaje.

Hace más o menos un año empecé a imaginar un nuevo viaje con ellas.  Como la mayoría de mis proyectos, este existía al principio únicamente en mi cabeza y era bastante audaz.  Imaginé llevar estas canciones a un espacio sonoro nuevo, al menos para mí; un espacio que significara un reto artístico interesante y que, sobre todo, transformara las canciones conceptual y sonoramente partiendo de su esencia fundamental.  E imaginé esas canciones interpretadas en compañía del Cuarteto Latinoamericano, el extraordinario ensamble de cuerdas por el que tengo gran admiración y respeto. 
Solamente voz y cuarteto de cuerdas.
Y siguiendo con el sueño, imaginé que un disco así sería perfecto grabarlo en un espacio emblemático, concretamente la Sinagoga Histórica Justo Sierra 71 de la Ciudad de México.

Como digo, era un sueño, ambicioso y bello.
Pero ya estoy entrenada en eso de soñar… y en inmediatamente después explorar los caminos posibles para que el sueño tome forma tangible.
Eso hice y sorprendentemente no fui la única entusiasmada con la idea.
A quienes primero debía compartirla era por supuesto al Cuarteto, quienes respondieron de inmediato que sí, que estaban dispuestos y gustosos de entrarle al proyecto. 
Después de esa primera luz verde, reunir al equipo deseado de producción no fue difícil – bueno, no tan difícil.
Los siguientes a quienes debía subir al barco eran mi productor imprescindible, Gerry Rosado, cómplice de todas mis recientes aventuras de producción musical, quien iba a entender muy bien las necesidades de esta; Mónica Unikel, directora de la Sinagoga Justo Sierra, quien desde la primera noticia de este proyecto brincó (literalmente) de emoción; mi amigo y colaborador constante Michel Amado, videoasta, fotógrafo, a quien encomendé el registro documental de lo que íbamos a emprender.
Y me puse a darle forma en papel a este sueño.
Debía poner en palabras las ideas sonoras y estéticas que tomaban forma cada vez más clara en mi mente, para explicarlas al equipo creativo.  Explicar ese encuentro entre la esencia tradicional, viajera, “exótica”, de herencia oral viva y vigente de estas canciones, con el lenguaje contemporáneo y personal que me interesaba explorar.  Enseguida, entre el amplio repertorio de canciones sefardíes que habían pasado por mi vida debía seleccionar aquellas imprescindibles, que hablaran de lo que yo quería decir, que cantaran al amor y a los afectos, las más cercanas a mi piel.  Finalmente tuve la lista de 10 canciones con las que trabajaríamos.

Y con todo esto armado había que emprender las muchas tareas artísticas y de gestión, de búsqueda del financiamiento necesario; trazar el camino para que el sueño tomara forma y se convirtiera en realidad.  A lo largo de las siguientes semanas y meses me di cuenta de que el proyecto entusiasmaba a más personas y los apoyos llegaron, el trabajo fluyó.
Ya no sería sólo un sueño, ahora había el compromiso de realizar y producir todo eso que me había inventado.

Lo inmediato era sumar a quienes buscarían el concepto sonoro, que lograran el punto de unión entre las canciones, el cuarteto de cuerdas y mi voz; la elección de los arreglistas era clave en este proyecto.  Requeríamos arreglistas que entendieran la naturaleza del material musical con el que trabajaríamos y también las características y potencial de los intérpretes involucrados.  Javier Montiel, violista del Cuarteto Latinamericano, inmediatamente levantó la mano para realizar parte de los arreglos.  Javier me pidió que, del repertorio que había elegido, escogiera las que le encomendaría.  Ahí arrancó el proceso de búsqueda sonora, con ese primer y magnífico colaborador.  “La prima vez”, “Esta montaña d’enfrente”, “Puncha puncha” y “Yo m’enamorí” fueron las canciones que escogí y le envié para que empezara a arreglar.  Me dio mucho gusto ver su entusiasmo por la tarea, fue el principio de sentir al Cuarteto Latinoamericano cercano al proyecto.

Nos hacía aún falta un segundo arreglista y Gerry Rosado hizo una sugerencia insólita.  Gerry propuso que acercáramos al proyecto a Juancho Valencia, brillante pianista y compositor colombiano, leader del grupo Puerto Candelaria.  Yo había escuchado a Puerto Candelaria y sabía de su importancia en la música colombiana actuál, pero no sabía si podría interesarse por el proyecto y  entender sus necesidades.  Al conocer la trayectoria musical de Juancho y luego al  platicar con él y ver su gran entusiasmo por el material musical y los interpretes con los que estaría trabajando, y sobre todo al empezar a recibir sus propuestas, me di cuenta de que teníamos un gran equipo y que el proyecto tenía todo el potencial para volar!
Y le envié "La serena", "La rosa enflorece", "Las Galeas", "Nani nani", "Durme durme" y "Adio Kerida".



Ahora, después de varios meses de camino recorrido estamos a unos días de haber concluido la grabación en la Sinagoga Justo Sierra y estamos ya planeando la post-producción, el diseño y el lanzamiento del disco, imaginándome cómo podrá ser el concierto en el que presentemos al público esto que empezó con un atrevido sueño hace poco menos de un año.